Mujeres sagradas en el arte novohispano
Gran parte de la representación pictórica de la mujer en el arte novohispano se ocupó de imágenes sacras. Vírgenes y santas pueblan los lienzos de los más destacados artistas de la Colonia, cuestión que se comprende por la fuerte presencia del universo religioso de la época, que abarcó tres siglos.
En esta selección incluimos obras en las que se destacan las historias y los atributos divinos de quienes devinieron sujetos de veneración, de la población profundamente católica, en el virreinato de la Nueva España. Una muestra de la adoración a las vírgenes la podemos observar en la obra de Miguel Cabrera Retablo de la Virgen de Guadalupe, Fray Juan de Zumárraga y Juan Diego; en ella, estos dos últimos personajes contemplan la figura divina, al igual que dos ángeles que abren una verde cortina para descubrirla en todo su esplendor. La pieza recuerda las primeras apariciones guadalupanas y cómo se estampó milagrosamente su imagen en las prendas del indígena mexicano. En esta colección destaca también la representación de la Virgen de la Leche, de José del Castillo, pues consta sólo de dos elementos. Vemos a la Virgen que mira en un gesto amoroso al niño, al que sugiere que va a alimentar, y éste a su vez observa al espectador; ambos personajes ocupan gran parte de la superficie en una composición piramidal clásica que se ve fraccionada sólo por la diagonal que forma una montaña en segundo plano.
El resto de las pinturas seleccionadas pertenecen a un estilo barroco, típico en el arte virreinal, es decir, son piezas sobrecargadas en el dibujo, no obstante, en ellas la mujer sacra, a pesar de estar rodeada de ángeles y querubines, y adornada con variados decorados celestiales, es la única que goza de un halo luminoso que marca su indiscutible protagonismo, tal como ocurre con La Purísima Concepción con Jesuitas de Juan Francisco de Aguilera, o en la pieza dedicada a la patrona de los músicos, Santa Cecilia, pintada por Andrés de Concha y que está rodeada de objetos alusivos a dicha manifestación artística.
Por otro lado, La Virgen del Rosario con Santa Catalina de Alejandría y Santa Catalina
de Luis Lagarto se presenta plena de alegorías extraídas de las Sagradas Escrituras, al igual que
sucede en la pieza Los desposorios de la Virgen de Sebastián López de Arteaga, en la que
María es la figura mejor iluminada de la composición. Ahora bien, en La Virgen del Carmen de
Guatemala del reconocido pintor José de Ibarra observamos a dos mujeres que comparten el
cuidado del infante divino: su madre, María, lo sostiene de tal forma que pueda alcanzar a la
religiosa que se aproxima a él. Igualmente son dos imágenes femeninas las protagonistas de Los
desposorios místicos de Santa Rosa de Lima, de Nicolás Correa, en la que vemos en primer
plano a la santa peruana ataviada con el hábito de la orden franciscana, entregando al niño una
rosa, mientras éste es sostenido por la Virgen María. Por último, mostramos la curiosa obra de
Miguel Cabrera dedicada a la Virgen del apocalipsis, que se presenta en una tonalidad más
oscura, en concordancia con el tema tratado, mismo que ostenta una hermosa figura alada, mencionada
en el capítulo 12 del libro del Apocalipsis, en donde se le describe colocada sobre la luna, vestida
con el sol y portando una corona de 12 estrellas.