Fue el 16 de junio de 1785 que la Audiencia de la Nueva España acordó la construcción de este recinto y de las dos torres de la Catedral de la Ciudad de México. El sitio conocido como el cerro del Chapulín tenía una posición estratégica y con altura suficiente para otorgar una vista completa del valle de México; además, en sus faldas contaba con el afloramiento de un manantial. La vegetación completaba la atmósfera para considerarlo un buen lugar para construir la casa de campo para el virrey Bernardo de Gálvez y su padre Matías de Gálvez. Su planeación y diseño corrieron a cargo del coronel e ingeniero Francisco Bambitelli y del ingeniero Manuel Agustín Mascaró. En aquel entonces, el castillo sólo constaba de un edificio alargado con diferentes alturas, no tenía patios y, por lo tanto, todas las ventanas miraban al exterior. Tenía una muralla que lo rodeaba, construida de andesita extraída del mismo cerro en donde se levantó.

Por desgracia, el virrey Gálvez falleció en 1786, lo cual provocó el abandono de la casa real, dejando la construcción inconclusa. Sería hasta el siglo xix que se retomaría, pero para convertir el edificio en una escuela militar. Al mismo tiempo que se planeaba la edificación del castillo, también se iniciaron los trabajos para levantar las torres de la Catedral metropolitana, las cuales se elaborarían entre 1787 y 1791 y cuyas obras estarían a cargo del arquitecto José Damián Ortiz de Castro. Para recordar esta fecha reunimos documentos e imágenes de estos dos edificios característicos de la capital del país.