Retratos pictóricos de mujeres anónimas
Como género artístico, el retrato busca representar los rasgos físicos de un modelo. Muy a menudo, sobre todo antes de la invención de la fotografía, en las primeras décadas del siglo XIX, muchos de los retratistas trabajaban a petición de personajes importantes y adinerados que podían encargar un dibujo ejecutado por un artista del pincel, mismo que aportaba con su trabajo obras que nutrirían las memorias y los recuerdos de una familia determinada. Pero, ¿qué pasa con las obras anónimas en las que desconocemos quiénes son tanto el ejecutante como la modelo inmortalizada en el lienzo? En cuanto al autor, se ha pensado con frecuencia que una obra sin firma remite a un pintor poco formado o alejado de la academia, y sin reconocimiento en el ámbito artístico de su momento.
Por otro lado, el anonimato de las mujeres pintadas puede deberse a que no eran ellas el sujeto principal de las obras, sino los accesorios que portan como testimonio de los estilos y moda del momento. En esta selección de mujeres desconocidas destacamos cómo en el título de las piezas se hace énfasis en el nombre de dichos accesorios, ya sea que remitan a la vestimenta y su color, o a los ornamentos: abanicos, mascadas, flores, rebozos, relojes, mantillas, aretes y demás objetos que ellas portan. De rasgos variados, cada una ha devenido en documento visual de su propia época.