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Portadilla de <p>Prohibición del comercio y tráfico de esclavos en 1824</p>

Prohibición del comercio y tráfico de esclavos en 1824

Algunas disposiciones sobre la abolición de la esclavitud estaban ya escritas desde los bandos promulgados por Miguel Hidalgo el 6 de diciembre de 1810 o los intentos abolicionistas en Los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón en su artículo 15, el 14 de septiembre de 1813, y el reconocimiento que se hacía de todos los ciudadanos de América en la Constitución de Apatzingán del 22 de octubre de 1814, firmada, entre otros, por Morelos, José María Cos y José María Herrera.

En la Constitución de 1824, aunque no se abolió la esclavitud, precisamente en el acta constitutiva del 26 de noviembre de ese año se dio una reglamentación a nivel de ley secundaria, en un decreto del Congreso el 13 de julio de 1824. La disposición ordenaba: “Queda para siempre prohibido en el territorio de los Estados Unidos Mexicanos el comercio y el tráfico de los esclavos procedentes de cualquier potencia y bajo cualquier bandera; y que los esclavos contra esa prevención fueren introducidos, quedarán libres con sólo el hecho de pisar territorio mexicano”.

Con esta disposición se dejaba en libertad sólo a los esclavos extranjeros y no a los nacionales: “El Soberano Congreso General Constituyente de los Estados Unidos Mexicanos ha tenido a bien decretar lo siguiente: 1) Queda para siempre prohibido en el territorio de los Estados Unidos Mexicanos el comercio y tráfico de esclavos, procedentes de cualquier potencia y bajo cualquier bandera. 2) Los esclavos que se introdujeron contra el tenor del artículo anterior quedan libres con sólo el hecho de pisar el territorio mexicano. 3) Todo buque, ya sea nacional o extranjero, en que se transporten o introduzcan esclavos al territorio mexicano, será irremisiblemente confiscado con el resto de su cargamento; y el dueño, el comprador, el capitán, el maestre y el piloto sufrirán la pena de diez años de presidio”. Fueron muchas las personas transportadas y traficadas desde diferentes puertos de comercio europeo que llegaron principalmente a los puertos de Veracruz y Acapulco para ser vendidas, intercambiadas o subastadas. Estas disposiciones intentaron poner un freno a un comercio de casi 200 años en los que las poblaciones afrodescendientes incluso ya se habían organizado y rebelado contra los malos tratos.