Reintegración de familias: hombres novohispanos hacia la Península
Entre 1540 y 1625 se llevó a cabo un fenómeno muy interesante en los nuevos territorios españoles en América. Los hombres que se habían trasladado a la Nueva España para probar fortuna se encontraban solos, pues con la intención de no arriesgar a su familia en su aventura americana, mujeres y niños se habían quedado en la Península Ibérica esperando que el padre se asentara para alcanzarlo. A pesar de que la Corona española había propiciado el viaje de las cónyuges a través de leyes y disposiciones que obligaban a los colonos a emigrar con sus esposas, muchas veces esto no era posible, por lo que los nuevos pobladores enfrentaban multas debido a su incumplimiento.
Fue así que los residentes de la Nueva España comenzaron a solicitar licencias para viajar a España con la intención de ir por sus compañeras, hijos, sobrinos y demás parientes que se quedaron allende el océano.
La colección que presentamos en esta ocasión, formada por recursos de finales del siglo XVI, resguardados por el Archivo General de la Nación, muestra la documentación generada a raíz de este proceso. Sastres, zapateros, oficiales de batihoja, hiladores y muchos personajes más salieron rumbo hacia su antigua patria con la convicción de volver a América acompañados de los seres queridos que habían dejado atrás para forjarse un futuro diferente en tierras desconocidas. La reanudación de la vida conyugal en el Nuevo Mundo era importante desde el punto de vista legal y económico pero también hacía falta difundir la institución del matrimonio asociado al amor como un valor social entre los habitantes de una comunidad que apenas estaba por construirse.