“A todas les pedimos que luchen con nosotras”: un fotoperiodismo femenino feminista
En el fotoperiodismo hay un espacio de enunciación que es fundamental para comprender no sólo el hecho fotografiado, sino las intenciones del autor. La guerra declarada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln) contra el Estado mexicano es un evento que puso sobre la mesa esta cuestión y, de acuerdo con Samanta Zaragoza, “nos permitió acercarnos, de manera progresiva, a las actoras sociales, las realidades, los códigos, símbolos, significados y jerarquías que prevalecieron en las representaciones (escritas y visuales) que se produjeron durante los dos primeros años”.
El 1° de enero de 1994, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fue testigo de un hito histórico: la captura de la ciudad por el ezln. En ese momento, la prensa determinó la importancia de informar, fotografiar y documentar el conflicto que “no sólo se dirimió en el campo de batalla”, sino también en los medios.
Una avalancha de imágenes circuló a nivel nacional e internacional. El fotoperiodismo se vio obligado a reconocer el papel crucial desempeñado por las mujeres, quienes asumieron roles que tradicionalmente se habían reservado para los hombres en el contexto de la batalla. Los primeros periodistas en registrar el conflicto, como Ángeles Torrejón, Elsa Medina, Frida Hartz, Araceli Herrera, Adriana Abarca, Lilia Hernández, Lucía Godínez y Silvia Calatayud, decidieron centrarse en las mujeres del movimiento: las zapatistas. Así, aquellas que capturaron en imágenes a sus pares en plena lucha contribuyeron “a pensarlas, a definirlas y verlas como mujeres transgresoras”.
En un estudio reciente de Samanta Zaragoza destaca el caso de Ramona, quien rompió con el canon en la sociedad. La mirada perspicaz de Matilde Pérez y Laura Castellanos sobre lo femenino en la lucha zapatista logró posicionar a las mujeres indígenas en los espacios de lucha, como lo explican en su artículo “No nos dejen solas”, publicado el 7 de marzo de 1994 en el suplemento Doble jornada.