Irrigación e importancia del agua en el cambio de siglo
A finales del siglo XIX, las deficiencias en el servicio de aprovisionamiento de agua junto con las nuevas ideas sobre salubridad, higiene y modernización impulsadas por el crecimiento económico provocaron una fuerte actividad enfocada a mejorar la infraestructura hidráulica. En esta materia, los ingenieros consideraban que el método con el que se contaba no garantizaba el suministro para una población urbana en crecimiento. Frente a la insolvencia económica del gobierno para financiar la construcción de los nuevos sistemas, entre 1887 y 1930, la mayoría de las ciudades y poblaciones en México optaron por arrendar o ceder los derechos de este líquido a empresas privadas o semipúblicas.
Estos negocios se dividían de acuerdo con la clase de servicio que prestaban: los dedicados al ramo de agua potable; los que controlaban el sistema de drenaje, y los que además de lo anterior la vendían para usos urbano, industrial y agrícola. Por ello, a finales del siglo XIX y principios del XX, se generaron una serie de debates y estudios sobre el uso de este elemento, tanto para el beneficio del campo como para el de la ciudad, que quedaron plasmados en documentos como los que presentamos en esta colección. Desde el gobierno, las compañías, y los intelectuales y los ingenieros interesados en el tema, surgieron ideas, propuestas, críticas y leyes que moldearon el modo en que el vital líquido fluiría hacia la población mexicana en el cambio de siglo.
