Según María Elisa Velázquez en su libro La huella negra en Guanajuato, retratos de afrodescendientes de los siglos xix y xx, los personajes retratados por García e hijos son personas de clase social muy diversa que dan cuenta de una variedad de profesiones y oficios que ocupaban en la sociedad guanajuatense. Desde rancheros y nodrizas hasta familias compuestas, fraternidades y hermosos retratos de niñas y niños que indican un estatus social y también de parentesco. En estos retratos, de acuerdo con Velázquez, se destacan aspectos físicos afrodescendientes que permean a través  de la unión y la convivencia entre distintos grupos indígenas y mestizos, todos ellos en plena interacción de una identidad de época pero también en un arte fotográfico cuyas calidades estéticas y visuales no tienen parangón alguno por su acabado. Las composiciones de García e hijos son de interés por un cierto uso de accesorios, casi teatrales, y de montaje escénico a la usanza de los fotógrafos de estudio europeos. Por el aspecto físico o bien por el vestido se pueden adivinar ciertas herencias. El argumento de Velázquez es que el fenotipo denota una pertenencia de carácter cultural y una presencia que se mezcla y construye otras identidades más complejas que la afrodescendencia de la época impone por sí misma, es decir, por su importancia social la conforman de un mosaico en el que esta herencia afrodescendiente, si no fuera por este trasfondo de gran riqueza patrimonial, sería desconocida e invisibilizada como pasa con algunos otros archivos de la afrodescendencia que aún se encuentran en el olvido.