El padre de Melesio Morales fue carpintero y laudero, es decir, tenía mando sobre aprendices en un taller y cercanía con el mundo del arte. Es hijo de un soldado en el Ejército Trigarante, sin clase, pero con rango (de acuerdo con el prejuicio de la época). Aquel ímpetu independentista y sentimentalismo llega a Italia hacia 1830 donde cobra auge la ópera italiana. La orquestación se amplía y descubre una nueva heterogeneidad donde instrumentos y voces se complementan y contrastan. En ese momento los libretos representarán aquellos nuevos ideales revolucionarios y personajes más cercanos a la nueva burguesía cuyos principios y exigencias se hallan también en construcción. La ópera además da lugar a un fenómeno moderno, más tarde conocido como estrellato, donde el compositor, la voz protagónica o algún otro intérprete se vuelven favoritos del público que aplaude y paga. La ópera recorre México como una serie de compañías itinerantes promoviendo el género y su cosmopolitismo, dado que todas venían de Europa. A Melesio Morales le debe el público mexicano que se adapte y su gusto adopte el “bel canto”.

Morales estuvo en París, Milán y Florencia entre 1866 y 1869. A su regreso académicos, practicantes, público en general y clase política de la época lo reciben como héroe nacional. Ignacio Manuel Altamirano hace elegía de su música y su persona, Gabino Bustamante (director del Conservatorio) acompaña a la esposa de Morales, Ramona Landgrave. El presidente Juárez sale de Buenavista e inaugura la vía que va de Apizaco a Puebla y su estación terminal. La compañía ferrocarrilera le pide a Morales una composición para tal evento; la "Sinfonía vapor", y también la "Marcha a Juárez".