Campesinos y campesinas en el México posrevolucionario
La Revolución mexicana fue sostenida por campesinos y campesinas. Con las armas en la mano, uniéndose a uno u otro grupo revolucionario, los y las trabajadoras del campo demandaron tierras de cultivo para sus familias. El gobierno y la población rural, sin embargo, han tenido, a lo largo de los años, una relación paternalista. Desde el poder, el reparto agrario fue parte de las políticas sexenales, pero se hizo muchas veces con fines propagandísticos y de escaso beneficio para la mayoría de las comunidades rurales y sus pobladores.
La Constitución promulgada en 1917 estableció los cimientos legales y legítimos para el reparto de tierras. En su artículo 27 se estipuló: “La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, […]. Los pueblos, rancherías y comunidades que carezcan de tierras y aguas, o no las tengan en cantidad suficiente para las necesidades de su población, tendrán derecho a que se le dote de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas, respetando siempre la pequeña propiedad. […] La adquisición de las propiedades particulares necesarias para conseguir los objetos antes expresadas, se considerará de utilidad pública”.
La época de oro de la reforma agraria se presentó con el gobierno del general Lázaro Cárdenas, quien dictó medidas para el reparto de 20 millones de hectáreas, una quinta parte de lo entregado entre 1921 y 1992. Durante el cardenismo se otorgaron tierras de calidad y se les dio acceso a créditos e infraestructura hídrica. Los resultados fueron notorios: entre 1940 y 1965 la producción agropecuaria alcanzó un nivel por encima del crecimiento demográfico. En buena medida, esta producción vino de las tierras que habían sido repartidas en los años anteriores. Los gobiernos siguientes continuaron con esa política pero sus acciones fueron con el propósito de abultar los discursos de la posrevolución y no de beneficiar al campo y a sus habitantes.
Si bien un sector del campesinado organizado pertencía al partido en el poder, sin que esto significara beneficios reales a su economía, hubo también movimientos de trabajadores del campo que exigieron a los distintos gobiernos mayor reparto de tierras en buenas condiciones. Las imágenes que integran esta muestra forman parte del fondo fotográfico de El Nacional que custodia el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). Son un testimonio de muchos de los cambios que se dieron en el campo mexicano y sus poblaciones, desde la incorporación de maquinaria moderna e infraestructura educativa en sus espacios hasta la necesidad de movilizarse y organizarse para reclamar mejores condiciones de vida.