Durante siglos la agricultura familiar aportó de manera significativa a la producción de alimentos, y durante los primeros años de la Nueva España esto no fue la excepción. Esta muestra recupera las diversas actividades que no sólo permitieron el sustento colectivo y el desarrollo de la vida en comunidad, pues también favoreció la preservación de tradiciones y la conservación de la biodiversidad. Algunos expedientes refieren por ejemplo restricciones sobre la venta de semillas, otros más hablan sobre las licencias para trasplantar caña, así como varia documentación en la que relucen la sal y el maíz como productos destacados en la vida cotidiana colonial. Otros textos proporcionan breves listado de legumbres como habas, garbanzos y frijoles, mientras que algunos más refieren aceites, vino y trigo con los que se hicieron transacciones comerciales. Como podemos ver en esta entrada, los campesinos y comerciantes, entre otros más, fueron —y lo siguen siendo— importantes actores sociales que a lo largo del tiempo han logrado y mantenido la seguridad alimentaria durante generaciones y estos objetos son prueba de la mano de obra familiar, quienes muchas veces con una pequeña porción de tierra cubrieron parte de sus necesidades.