La Inquisición y el delito de solicitación
Uno de los delitos más perseguidos por la Inquisición fue el de solicitación, cometido por sacerdotes y miembros de la Iglesia católica. Consistía en que, durante la confesión, el religioso de cualquier grado solicitara favores sexuales a la persona (generalmente mujer) que se estaba confesando, amenazándola con no absolverle de sus pecados si rechazaba su solicitud. Por otro lado, acceder a las indecorosas proposiciones brindaba a los feligreses absolución inmediata.
La solicitación no se castigaba debido al sufrimiento ni para defender la integridad de las víctimas, sino para impedir que se manchara el sacramento de la penitencia. Los casos eran juzgados casi en secreto; para evitar el escándalo los acusados no eran torturados ni humillados en público, sino que se les encerraba y se les imponían condenas canónicas que los llevaran a disciplinarse para mantener el orden al interior del clero. Al inicio de estas causas se asumía que los religiosos eran inocentes y se culpaba del hecho a las denunciantes. Sin embargo, los clérigos juzgados por este delito fueron muchísimos, tanto en México como en España, y varios de ellos se autodenunciaron, más por miedo a ser delatados que por genuino arrepentimiento. Aquí presentamos algunas causas que ejemplifican este delito y que forman parte del Fondo Inquisición que resguarda el Archivo General de la Nación: el índice del volumen 295, que enlista 82 causas de solicitantes juzgados entre 1612 y 1620; el volumen 256, que muestra el proceso seguido contra fray Luis de Mazariegos; el volumen 702, que contiene la causa contra el padre fray Antonio de Aguilera; el volumen 692 referente al caso contra Miguel Álvarez, presbítero y confesor del arzobispado; el volumen 848, que a partir de la foja 584 muestra la denuncia de Rosalía de Araniego contra Juan de Esquivel, a quien acusa de solicitante durante la confesión, de abrazarla y hablarle con cariño; y el volumen 68, en el que se acusa a Diego Diez [sic], cura de Zumpango, “por solicitar a sus hijas de confesión y haber tenido actos carnales”.