Miradas contemporáneas a la mujer en el arte
Una de las múltiples luchas que ha enfrentado la mujer se relaciona con cómo ha sido representada en el arte mexicano a lo largo de la historia. El desprendimiento del realismo y la experimentación como propuesta, tanto en las formas como en los estilos, son el motivo de esta pequeña colección que da cuenta de diversas propuestas en las que se le plasma más allá de los roles sociales o prototipos de belleza idealizada que había caracterizado la producción plástica de nuestro país.
En un primer momento se le relaciona al universo sacro: las vírgenes poblaban los lienzos de los grandes pintores del virreinato; después las damas de la alta sociedad serían las protagonistas. En este largo periodo que duró siglos, hasta finales del Porfiriato, se buscaba plasmar a la mujer de la manera más realista posible, seguida por el anhelo idealista de la belleza, acorde a los modelos de la pintura clásica. Mientras tanto, en Europa ocurría la irrupción más radical que había sufrido el arte, conocida como la era de las vanguardias, en la que se fue diluyendo el ideal realista. En México, los ecos de esta avant garde llegaron con un poco de retraso y se afianzaron en el quehacer de los creadores, como Rufino Tamayo, quien se negaba a seguir los preceptos de la Escuela Mexicana de Pintura; en 1931 representaba el cuerpo femenino con una mirada distinta, lo podemos observar en Desnudo gris, en el que los trazos que forman la figura se alejan del realismo. Él mismo, en un intento de evocación cubista, realizará Retrato de mujer; al igual que en las dos piezas de Gabriel Portillo del Toro: Mujeres en la playa y Desnudo.
La catalana Remedios Varo, afincada en nuestro país, apegada más a la corriente surrealista, elabora Mujer saliendo del psicoanalista, donde la figura central parece habitar un sueño más que la realidad, tal como sucede con Mujeres, grabado de Dolores Velázquez de Cueto, cuyos enigmáticos rostros pueden llegar a ser desconcertantes. La propuesta más radical corresponde a Arango con Torso de mujer, ya pura reminiscencia del cuerpo femenino, que, como la pintura misma, iba cobrando fuerza y voz desde una concepción mucho más compleja y alejada de estereotipos sociales.