Cuando el artista es el modelo
Dentro del género del retrato existen posibilidades variadas que ofrecen dejar una huella de la apariencia del modelo en cuestión, y los artistas no son la excepción; en algunos casos los mismos pintores ejecutaron las obras con las que querían ser recordados por la historia en extraordinarios autorretratos, pero hubo quienes delegaron la tarea a otros colegas que a través del pincel capturaron las formas y el aspecto de importantes autores. Esta pequeña colección se ocupa de ello: contamos con ejemplos muy antiguos realizados en plena Colonia; tal es el caso de Juan de Ibarra, uno de los creadores más destacados de finales del siglo XVII y de la primera mitad del XVIII, quien se hizo retratar al frente de un lienzo para que no quedara duda de su profesión.
Por otra parte, el español Jerónimo Antonio Gil no sólo fue un famoso grabador, sino que encabezó la primera dirección de la escuela de arte más antigua de América, la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos, fundada por él en 1781; el autor de su retrato fue Rafael Ximeno y Planes, quien también inmortalizó a don Manuel Tolsá, el gran arquitecto del neoclásico mexicano. Quizá la pieza más curiosa es la que presenta al artista Juan Manchola, sentado en un sillón y sin ningún elemento que nos señale que es pintor; esta obra fue ejecutada por el reconocido Santiago Rebull Gordillo, ex compañero del modelo en sus años mozos en la Academia de San Carlos. Igualmente vinculado a dicha institución como su director durante la Reforma juarista y el Imperio de Maximiliano, contamos con el retrato del catalán Pelegrín Clavé; y cerramos la muestra con la imponente presencia del extraordinario paisajista mexicano José María Velasco retratado por su colega, el gran José Salomé Pina, indiscutible figura de la expresión plástica de finales del siglo XIX.