Desde ese entonces, combinó su producción artística, al consolidar su propio espacio creativo en 1973, con la ardua labor de la enseñanza en variados espacios educativos porque la docencia fue su otra gran pasión, misma que lo llevó a dirigir el taller de producción gráfica de la Academia de San Carlos desde 1979. Brillante litógrafo, desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado y hasta su muerte, acaecida en mayo de 2020, no paró de producir una vasta obra que cubre diversos estilos que van desde los dibujos más realistas hasta la franca expresión de la abstracción, tal como da cuenta esta pequeña colección con la que le honramos. Si bien gran parte de su producción evoca las raíces indígenas y campesinas de nuestro país, con el paso de los años fue experimentando a través de sus trazos hasta devenir en propuestas incomprensibles a la vista pero no por ello faltas de cualidades estéticas. Aunque su obra evoca el mundo rural mexicano, y por ello fue reconocido ampliamente en el extranjero durante muchos años, poco a poco llegó al lenguaje universal de la no figuración, motivo por el cual representa a uno de los artistas más completos en el mundo de la gráfica. Conocedor y artífice de una técnica impecable de larguísima tradición, será recordado como uno de los pocos impresores que en pleno siglo xx aún estampaba sus dibujos sobre piedra.