Ediciones mexicanas vetadas durante la dictadura argentina
Por el conocimiento que difunden, la prohibición y censura de libros ha sido una práctica común en regímenes dictatoriales como los que se instalaron en América Latina durante el último tercio del siglo xx. Ejemplo de ello resulta el de la dictadura cívico-militar argentina instaurada en 1976, en donde la persecución implacable de ciudadanos simpatizantes y militantes de organizaciones opositoras llevó a muchos de ellos a desaparecer o enterrar ejemplares que podrían convertirse en su pase directo a los centros de detención y tortura que surgieron en distintos puntos de ese país.
El Proceso de Reorganización Nacional, nombre oficial que llevó el gobierno encabezado por Jorge Rafael Videla, censuró y enlistó una serie de libros que no podían circular en el país, pero, según el periodista Gregorio Selser, esta prohibición no fue exclusiva de ese régimen gubernamental. Empezó décadas antes, con la primera dictadura militar del general José Félix Uriburu (1930-1931) y continuó con los distintos mandatarios tanto constitucionales como de facto. Sin embargo, durante este periodo se intensificaron los vetos y quemas de éstos, así como la persecución y reclusión de aquellos que los poseían, al ser tomados como una prueba de su militancia y de su postura política de izquierda. Entre los materiales que sus dueños enterraron o destruyeron figuran varios de editoriales mexicanas como el Fondo de Cultura Económica (fce), Siglo XXI o Era, que, si bien algunas ya contaban con filiales en aquel país del cono sur, fueron organizadas y fundadas en México. Entre ellos se encontraba, por ejemplo, los clásicos del fce Los romanos de R. H. Barrow y Diagnóstico de nuestro tiempo, de Karl Manheim. De la editorial Siglo XXI se vetaron entre 150 y 200 títulos de su catálogo: además de El capital, de Karl Marx, también se agregaron Sociología de la explotación, de Pablo González Casanova; Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano; Nuestra América y Estados Unidos, de José Martí; y Teoría y práctica de un cine junto al pueblo, de Jorge Sanjinés, entre muchos otros, incluyendo también todos los escritos por Paulo Freire. En la actualidad, algunos familiares de quienes resguardaron sus libros bajo tierra, los han buscado y exhumado como parte de un proceso de recuperación de la memoria de aquellos difíciles momentos.