Distintas zonas de la geografía mexicana son reconocidas por sus aguas termales, lo que derivó en la creación de numerosos balnearios que dieron a mexicanos y extranjeros la posibilidad de ocupar su tiempo libre visitando estos sitios. De esta manera, además de que pasaban un rato agradable, las personas se ocupaban también de su salud, situación que resultó conveniente para atraer a gran diversidad de visitantes que aún hoy en día abarrotan muchos de estos lugares en temporadas vacacionales. Los balnearios mexicanos se desarrollaron a la par que los sitios de hospedaje, pues resultaba conveniente que los paseantes encontraran un lugar seguro para alojarse durante sus días de visita. Por ello se crearon complejos que ofrecían distintos tipos de diversiones, no sólo las albercas y los manantiales con agua termal, también canchas para practicar otros deportes, restaurantes, actividades como caza y pesca, entre otros, que hicieron de estos puntos auténticas atracciones turísticas por sí mismas. 

La mayoría de ellos se desarrollaron en sitios del interior de la República, como en la reconocida zona de Tehuacán, en Puebla, o en Michoacán, Baja California, Morelos y otros estados en los que empresarios locales se unieron con los políticos del lugar para desarrollar compañías que beneficiaban a ambas partes. Durante todo el siglo xx, estos sitios fueron bastante concurridos y todavía quedan algunos que muestran el esplendor que éstos tuvieron en épocas pasadas, como el de Agua Hedionda, en Morelos, o el de Agua Azul en Puebla. En esta colección reunimos fotografías y recortes de prensa que nos acercan a estos espacios.