Semblanza de María Garfias
María Rita de la Preciosa Sangre García Garfias, nació en un hogar católico y de clase media acomodada en la ciudad de México el 22 de mayo de 1849. Desde pequeña recibe instrucción musical y demuestra talento. Para 1861 ya tiene un alias, un nombre artístico, que la hace María Garfias (sin el García de la familia paterna) y sus profesores de composición y piano son Cenobio Paniagua y Agustín Balderas, respectivamente. Ambos maestros están también involucrados en la formación de la soprano y compositora Ángela Peralta, por lo que es dable pensar que las niñas se conocen.
De memorias, como las de Antonio García Cubas, Manuel Payno o de Guillermo Prieto, se colige que tocar el piano y cantar con voz educada fue, en los círculos burgueses mexicanos, una práctica bien arraigada, tomada no sólo como actividad de esparcimiento en el ámbito familiar y en reuniones sociales, sino como principio fundamental de educación. La música era índice de cosmopolitismo y de refinamiento espiritual. En esa época, media docena de revistas publican artículos de temas diversos e incluyen partituras para sus lectoras. Sus títulos fueron: El Mosaico Mexicano (1840), Semanario de las Señoritas (1841), Panorama de las Señoritas (1842), El Museo Mexicano o Miscelánea Pintoresca... (1843–1844) y Presente amistoso dedicado a las señoritas mexicanas (1850); todas impresas por Ignacio Cumplido.
En 1862 canta a beneficio de los Hospitales de Sangre a lo que convoca Margarita Maza de Juárez y en 1866 ofrece un concierto en el Palacio de la Lonja a beneficio de los enfermos pobres de la Parroquia del Sagrario. El 23 de octubre de 1867, María Garfias estrenó su Marcha Republicana dedicada a Benito Juárez, en una función de La Traviata de Verdi, a la que asistió el propio presidente.
El 27 de agosto de 1868 María Garfias contrajo matrimonio con el ingeniero Ignacio Garfias; allí hay otro paralelismo con Ángela Peralta, quien también se había casado con un primo.
Más allá de lo anecdótico, el conocimiento musical de Ángela Peralta y María Garfias revela una evolución en el pensamiento compositivo, mucho más allá del entretenimiento doméstico y hacia obras cuyo virtuosismo implica la ejecución por profesionales del instrumento. Estas mujeres demostraron conocer la totalidad de registros del piano, así como la exploración de todas las posibilidades del lenguaje tonal.