Viudas en la sociedad novohispana
En la Nueva España estaba claramente definido el sitio que le correspondía a cada persona en la sociedad, y las viudas no podían ser la excepción, por lo que existió un modelo de comportamiento y una actitud particular hacia ellas. Aunque también era común que abundaran los viudos, a éstos siempre se les trató como solteros y sólo difería de un casado porque volvía a ser un prospecto para el matrimonio. En cambio, la mujer que había perdido a su marido llevaba adherida esta etiqueta, la cual muchas veces la acompañaba hasta el día de su muerte.
Según las circunstancias, una viuda podía ser objeto de lástima, de recelo, de envidia o de burla, pero siempre tendría algo que la diferenciaba de las solteras y de las casadas. Como era difícil que volvieran a contraer matrimonio, muchas incursionaron en el mundo laboral; algunas de clase alta que heredaron los bienes de sus difuntos esposos tuvieron que aprender a administrarlos y también hubo quienes se enfrentaron a la burocracia del momento para reclamar herencias, pedir permisos para instalar negocios, o incluso defenderse del Santo Oficio al ser acusadas por supersticiones o hechicería. En esta colección encontramos documentos que ejemplifican algunos de estos casos y nos muestran el difícil camino de aquellas que, sin saberlo, desafiaron ciertos cánones sociales al enviudar.