Pintoras que México adoptó
Rosemonde Cowan Ruelas, mejor conocida como Rosa Covarrubias (¿1895?-1970), nació en los Estados Unidos, de padre escocés y madre mexicana. Su impulso creativo la hizo experimentar en la danza, la fotografía, el diseño de vestuario y la pintura, alternativamente, y fue exitosa en cada una de esas actividades, mismas que la llevaron tempranamente a recorrer el mundo. Una vez en México, pronto cultivó amistades, entre ellas varios creadores plásticos como Frida Kahlo, Diego Rivera, Roberto Montenegro y Adolfo Best Maugard.
En 1930 contrajo matrimonio con el artista Miguel Covarrubias, de quien toma el apellido. Rodeada de tantos pintores se aventura a experimentar en esta expresión visual, siendo sus temas favoritos la infancia, las mujeres y ella misma. En esta selección mostramos uno de sus autorretratos.
Por su parte, Angelina Beloff (1879-1969), cuyo verdadero nombre fue Angelina Petrovna Belova, de origen ruso, se formó como artista en Europa, dejándose influenciar por el arte de vanguardia que predominaba en el viejo continente. Su primer vínculo con México fue su matrimonio con Diego Rivera en 1911, hecho que despertó en ella la curiosidad por un país que años más tarde marcaría su legado. En 1932 logró conocer el lugar tan anhelado gracias a una invitación de Alfonso Reyes y a su llegada descubrió que Rivera se había casado ya dos veces más; no obstante, fascinada por el entorno, decide establecerse de manera permanente y sumarse a toda clase de actividades culturales y educativas. En su pintura incluyó colores típicos y vívidos, como podemos observar en Máscaras y muñecos.
Igualmente, Olga Kostakowsky Fabricant (1913-1993) cambió su nombre a Olga Costa, cuando el activismo de su progenitor, de origen ucraniano, los orilla a emigrar a México en 1925, desde Alemania, lugar de nacimiento de la pintora. El vínculo con el mundo artístico nacional fue casi natural porque su padre era músico y la familia se rodeó de amistades de todas las disciplinas creativas, de tal suerte que no sorprendió su elección por la creación plástica como labor profesional. Su delicada obra recrea imágenes que incorporan lo popular, y un ejemplo claro de ello es el óleo de gran formato La vendedora de frutas, que forma parte de esta colección.
La catalana Remedios Varo (1908-1963) huyó de la difícil situación europea; primero de la Guerra Civil española y después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí encontró refugio y el lugar ideal para seguir produciendo su enigmática obra de tintes surrealistas al igual que la de la inglesa Leonora Carrington (1917-2011), quien fue su entrañable amiga y ambas lograron crear, en México, un universo fantástico a través de su vasta producción, que pareciera salir de un mundo en donde lo onírico e imaginario es parte de la realidad.