El recorrido sonoro nos lleva a la Laguna de Mandinga, donde se escucha un son jarocho mientras que el Salto de Eyipantla muestra su naturaleza turística con sus sonidos de anuncios de comida entre juegos de niños; a su vez, un rancho ganadero en algún lugar del estado permite imaginar sus actividades al salir el sol, con el mugir de una vaca, los encargados realizando sus quehaceres matutinos y los guajolotes pidiendo comida.

Tajín, la ciudad del relámpago, nos deja escuchar los mismos para después darle paso a la tradición oral de sus habitantes; en Boca del Río se perciben los pichos con su ir y venir; Alvarado congrega las voces de los feligreses en un canto a la Virgen María; en las calurosas tardes de Tlacotalpan suenan los acordes del son jarocho. La región de los Tuxtlas, Catemaco, San Andrés Tuxtla y Santiago Tuxtla nos muestran el correr del día con helados, pláticas, la elaboración de jaranas y el tradicional forjado de puros. Los sonidos continúan, una y otra vez, evocando tradiciones, costumbres, paisajes, animales, oficios, instrumentos, sentimientos. Todo esto es apenas una pequeña muestra de la diversidad de Veracruz.