Sólo 34 años después de la caída de Tenochtitlan se leyeron en el Ayuntamiento los primeros proyectos para realizar un desagüe que terminara con las inundaciones. En 1607, el virrey Luis de Velasco aprobó uno de ellos y dispuso todo lo necesario para ponerlo en marcha. Pero el largo túnel que llevaría el agua fuera de la cuenca de México no funcionó y las inundaciones continuaron. Así, a pesar de que la idea de hacer un desagüe era considerada un asunto de importancia, no se contaba con el dinero ni con la infraestructura suficiente para realizar algo que en realidad diera resultados. Fue hasta el régimen de Porfirio Díaz cuando finalmente se dio prioridad a la construcción del Gran Canal del Desagüe, el cual se inscribía en sus intentos por combatir los problemas asociados con la mala praxis gubernamental en situaciones como el control del agua, las inundaciones, el combate a diversas enfermedades y los malos olores de la ciudad. 

Dicha obra se llevó a cabo entre 1886 y 1900 y la ceremonia inaugural se realizó en marzo de ese año. El inicio del canal se ubicaba cerca del Palacio de Lecumberri, hoy agn, y terminaba en Zumpango, en el Estado de México. Según investigadores que han trabajado el tema, el Gran Canal no evitó las inundaciones ni salvó a los habitantes de las epidemias, pero sí fue pieza clave en la desecación del ecosistema lacustre de la capital. En esta colección presentamos planos y material utilizado para la construcción de este proyecto.