En la Nueva España el uso del uniforme aumentó tras la toma de La Habana y Manila, cuando el gobierno borbónico se dio cuenta de que necesitaba mayor seguridad en sus colonias. A partir de 1764 se establecieron regimientos de infantería y caballería, que conformaron su identidad grupal a partir del traje, que fue evolucionando a mayor comodidad y equipamiento. Los batallones y las tropas llevaban vestuarios y armamentos distintos, mientras que los integrantes de las diferentes regiones en las que se dividía cada uno se distinguían sólo por pequeños detalles de color en el sombrero, en el cuello o en la casaca. 

El agn resguarda en el Fondo Mapas, Planos e Ilustraciones (mapilu) algunos diseños para uniformes que fueron propuestos en 1771 por el Marqués Carlos Francisco de Croix, virrey de la Nueva España, en su reporte sobre el estado de las milicias. Éste quería que los batallones establecieran la tranquilidad y seguridad de sus vasallos deteniendo a los rebeldes y vagos; y con ese fin, sugirió la renovación de su vestimenta, que serían menos ajustados y costosos.

Estos modelos muestran a los batallones de Tlaxcala, Oaxaca, San Carlos, del Príncipe, y de Pardos; a los cuerpos armados de caballerizas y a los regimientos de Dragones Provinciales, entre ellos el de Puebla que fue una de las primeras corporaciones de caballería de la Nueva España. Gracias a estas ilustraciones podemos conocer el tipo de uniforme que cada uno de estos grupos utilizaba, ya que por su materialidad no se conserva ninguno en la actualidad.