En aquellos momentos, el nombre de Francisco Villa se conocía, pero aún muy ligado a la idea del forajido refugiado en la sierra que esporádicamente bajaba a comerciar para sobrevivir. Sin embargo, también se sabía que era un gran conocedor del lugar y sus alrededores, además de que contaba con la simpatía de cientos de hombres que lo apoyaban en sus correrías. Por lo mismo, González pensó que sería un buen aliado para la causa maderista por lo que trató de entrevistarse con él, cosa que logró gracias a la intervención de Pedro Hermosillo, amigo de ambos personajes. El encuentro tardó en llevarse a cabo alrededor de tres semanas, el 1° de noviembre de 1910, en un galpón ubicado en lo que en aquel entonces era el poblado de Robinson, Chihuahua. Duró alrededor de 45 minutos en los cuales no se sabe exactamente lo que hablaron, pero con el poder de persuasión del que gozaba González, más la facilidad de palabra que poseía, logró que Villa se adhiriera al movimiento revolucionario. Veinte días después de este encuentro, Villa descendería de la Sierra Azul al mando de 375 hombres, con lo cual dio inicio la etapa armada de la Revolución en esta zona. Hay especialistas que consideran que fue González quien sacó al Centauro del Norte de su vida de bandolero para convertirlo en uno de los generales más importantes de la Revolución.