Negros, indígenas, mestizos y otros mexicanos
Tenemos claro en la historia de nuestro país que innumerables personas en el siglo xvi fueron sometidas a la esclavitud y traídas forzadamente a América. De igual manera, la educación primaria nos enseña que hubo un mestizaje a lo largo de la Colonia y que en la Nueva España esa tercera raíz se mezcló con indígenas y europeos. Pero de aquella cruza de castas que caracterizó al siglo xvii en México parecería que se pierde la pista en la educación media y una mirada, informada de prejuicios quizá, a la circunstancia actual no revela de inmediato qué pasó con nuestra negritud.
Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació en Tixtla en 1782 y lo conocemos como protagonista de la lucha por la Independencia, sobre todo en la etapa de 1816 a 1821. En lo familiar, sabemos que su padre y su tío, afromexicanos, fueron arrieros. Dejar fuera de foco parte de la historia ocurre no sólo con los personajes destacados. Hemos ignorado nuestra diversidad étnica, y la historia patria del siglo xix nos enseñó a definirnos como mestizos. En México hoy hemos emprendido un proceso de reconocimiento de los derechos culturales a la identidad y usos particulares de las comunidades originarias incluyendo a los conjuntos afrodescendientes del país.
Entre esas poblaciones de las que aún nos falta mucho por conocer están los mascogos, descendientes de indígenas semínolas y esclavos negros del siglo xviii asentados en Florida y Texas. El gobierno mexicano los reconoció en 1829 y los dotó de tierras en Coahuila. También sabemos que la chilena es una expresión musical y dancística de la Costa Chica en Oaxaca, cuyo origen se encuentra en el siglo xix. Por otro lado, las monedas del siglo xx y la gráfica que acompaña a los libros de historia “blanquean” y “españolizan” figuras hasta hacer irreconocible la negritud en nuestros propios rostros.
