Gracias a la iniciativa de Jaime Torres Bodet, secretario de Educación en aquellos años, el capfce comenzó sus tareas con un fondo de 30 millones de pesos provenientes del erario nacional, el cual se fue incrementando con la aportación de gobiernos estatales y municipales, Petróleos Mexicanos y donativos particulares. Recayó en él la tarea de planear la ubicación  de los edificios escolares de acuerdo con las características socioeconómicas de cada entidad, municipio o localidad; señalar las especificaciones que tendrían estas escuelas, las características de los materiales de construcción e indicar el mobiliario para cada área de la construcción. 

Fue en este contexto que se crearon las escuelas que aparecen en esta colección, en este caso, edificadas en distintas colonias de la Ciudad de México. La etapa de los profesores que se movían dependiendo de dónde estuvieran los estudiantes ya no funcionaba, las escuelas debían dar ese sentido de modernidad y estabilidad, al igual que protección y seguridad al maestro, que en muchos casos había padecido el rechazo, la violencia y la hostilidad de la población. Este tipo de edificios contribuyeron a que tanto docentes como alumnos tuvieran un espacio más apropiado para llevar a cabo sus labores y también fue de utilidad para establecer un mayor control sobre las actividades educativas.