Marcha a un año del Jueves de Corpus
Las heridas de la masacre del 2 de octubre de 1968 seguían abiertas, las protestas por la liberación de los presos políticos continuaban, y la década iniciaba con temores y estrategias para frenar el creciente movimiento estudiantil en el país. El jueves 10 de junio de 1971, conocido como Jueves de Corpus, se dio uno de los episodios más trágicos y vergonzosos de México.
Una manifestación pacífica de casi 10 mil asistentes fue disuelta por la vía violenta y aunque no se supo con certeza quiénes perpetraron las agresiones a los estudiantes de la unam y el ipn, después trascendió por periodistas y testigos que se trató de una operación táctica orquestada por altos mandos policiales y militares.
El movimiento estudiantil de 1968 había heredado una serie de peticiones que tenían que ver con la disolución de los cuerpos de granaderos y el retiro de las fuerzas militares de las calles, pero también varias de las consignas fueron peticiones que con profundidad cuestionaban la verticalidad del poder político, el autoritarismo y la incapacidad del gobierno para establecer un diálogo público. En temas relacionados con la organización e institucionalidad educativa, los años setenta fueron clave para impulsar una reflexión nacional sobre las leyes universitarias, la gratuidad y la inversión del pib para la educación. Muchas de las proclamas de la manifestación del jueves 10 de junio de 1971 se refirieron a la desaparición de las juntas de gobierno, con una revisión de lo que estaba ocurriendo en la Universidad de Nuevo León, pero principalmente con una fuerte demanda de construir la libertad democrática desde las escuelas superiores.
Ante la amenaza de una concentración sumamente organizada, la participación de líderes del 68 que recién habían regresado de Chile y un sinnúmero de periodistas que cubrieron la marcha estudiantil, se desató la peor escalada de violencia que haya presenciado una movilización de estudiantes. Al operativo, que incorporó a personas entrenadas para golpear, disparar y matar, se unieron más tarde militares y policías. Heridos, centenares de muertos y desaparecidos, entre ellos civiles, mujeres, jóvenes y niños, sufrieron el ataque de los golpes y las balas entre San Cosme y el Metro Normal. Algunos alcanzaron a guarecerse de las continuas agresiones, otros no tuvieron suerte. Muchos fotógrafos fueron golpeados y despojados de sus cámaras y de sus materiales, otros tantos tuvieron que huir entre las ráfagas y los levantones. En esta colección pueden observarse escenas de la marcha conmemorativa a un año de la masacre del 10 de junio de 1971 en la Ciudad de México.