Joaquín Clausell: impresionismo a la mexicana
La historia de este gran pintor, nacido en San Francisco de Campeche, es verdaderamente interesante, ya que su primer impulso vocacional fue formarse como abogado para defender las causas más nobles; de ahí que también sea conocido por su activismo social, mismo que le acarreó problemas con las autoridades, pues enfrentaba frontalmente, a sus 16 años, a personajes con poder político como Joaquín Baranda, entonces gobernador de su estado natal, quien pronto lo expulsó de Campeche viéndose Joaquín Clausell (1866-1935) en la necesidad de trasladarse a la Ciudad de México.
En la capital, precariamente estudiaría primero ingeniería y después abogacía, carrera que terminó en 1892 sin poderse titular porque su carácter, siempre rebelde, lo llevó a criticar la situación social del porfiriato en el periódico El Demócrata, del cual fue fundador, y por ello se vio obligado a huir del país para no ser encarcelado como en ocasiones anteriores. Después de pasar por los Estados Unidos se estableció en París en 1896, y ahí descubrió el impresionismo francés, estilo pictórico que revolucionó al arte, porque en él se busca capturar la apariencia natural de los paisajes con la iluminación solar, y cuya característica es que se pierde la definición de los trazos alejándose así de una representación realista. En Francia tuvo la oportunidad de conocer personalmente a los pintores impresionistas y tal fue su impacto que se decidió a pintar en dicho estilo y desarrollarse como artista plástico. A finales de ese mismo año regresó a México y por fin logró obtener su título de abogado en 1901. A instancias de sus amigos Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, y Diego Rivera siguió creando obras, mismas que daba a conocer en exposiciones colectivas consolidándose como un impresionista a la mexicana. Las obras de Clausell que forman esta pequeña colección son muestra de dicho estilo, con paisajes plasmados en tonalidades fuertes en los que logra capturar la belleza de nuestra naturaleza.