El 5 de febrero de 2016 se convirtió en la entidad número 32. El problema radicaba en que con este tipo de estructura no tenía la suficiente autonomía administrativa que requería una entidad del nivel de la capital del país. De hecho, durante varios años los habitantes del D.F. buscaron obtener la autonomía política de la ciudad. En 1997 se celebraron las primeras elecciones para jefe de Gobierno, remplazando la figura del regente, quien anteriormente era designado por el presidente de la República. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue la primera persona en ostentar este cargo elegido de manera democrática. Pero estas medidas no resultaron suficientes. El jefe de Gobierno sólo era una figura intermedia entre un alcalde y un gobernador de estado, además, aunque existía una Asamblea Legislativa, ésta no tenía las mismas atribuciones que los Congresos locales, pues, al ser la sede de los poderes federales, el D.F. no podía tener dos poderes residentes en el mismo territorio. 

Fue por ello que en el año 2016 se llevó a cabo una reforma política que disolvió al D.F. para convertirse en una entidad con plena autonomía; las delegaciones políticas desaparecieron y se crearon demarcaciones territoriales encabezadas por un alcalde y se pudo acceder a los fondos federales destinados a estados y municipios, entre otras ventajas más. Así, el 29 de enero de 2016, el entonces presidente Enrique Peña Nieto firmó la promulgación de la Reforma Política de la Ciudad de México, la cual entró en vigor el 5 de febrero, cuando fue publicada en el Diario Oficial de la Federación.