A decir de los especialistas, Lucas Alamán retomó la idea del virrey Juan Güemes Pacheco y Padilla, segundo conde de Revillagigedo, que gobernó la Nueva España entre 1789 y 1794, quien ya había planteado la posibilidad de organizar en un solo lugar la documentación virreinal que contenía “resoluciones y providencias exquisitas que hacen la veneración de las leyes y de los legisladores que han precedido y tal vez los motivos originales que ilustrarían la ignorancia de ellos y su época”. Esta idea se concretó en 1792 con la creación del Archivo General de la Secretaría de Cámara del Virreinato. Pero en aquel entonces no había un acceso público a los materiales resguardados por esta dependencia, sólo podían consultarlos funcionarios del gobierno y estaba sujeto a los intereses del Estado. Así que, con esta idea en mente, y siendo secretario de Relaciones Interiores y Exteriores, Lucas Alamán promovió y logró la aprobación de un decreto por el cual se creaba el Archivo General y Público de la Nación en el cual se organizarían los expedientes del archivo virreinal, se repararían en caso de encontrarse deteriorados y, además, abriría sus puertas a todos aquellos ciudadanos interesados en consultar su acervo documental. La nueva institución sufrió los avatares del siglo xix, sin embargo, logró sobrevivir para consolidarse como uno de los principales sitios de resguardo de la memoria y la historia mexicanas.