Fallecimiento de Venustiano Carranza
21 de mayo de 1920
El 21 de mayo de 1920, bajo la lluvia pertinaz de Tlaxcalantongo, Puebla, en la Sierra Norte, murió Venustiano Carranza, víctima de una emboscada. Después de gobernar por tres años, no había logrado la pacificación del país; ya no contaba con el apoyo de los Estados Unidos; el partido político que lo llevó a la presidencia obstruía sus iniciativas en el Congreso, y el proceso de sucesión, iniciado un año antes, estaba descontrolado.
En los primeros días de mayo salió huyendo de la ciudad rumbo a Veracruz para reorganizarse, pero en la sierra de Puebla tuvo que abandonar el tren en el que viajaba y seguir a caballo por las montañas. La muerte lo sorprendió alrededor de las cinco de la mañana, mientras acampaba.
Para conmemorar la partida de don Venustiano reunimos una colección de documentos que nos remiten a su etapa de candidato a la gubernatura de Coahuila, a través del archivo de Francisco I. Madero. En febrero de 1909, Miguel Cárdenas, quien gobernó el estado por más de 15 años anunció que no buscaría la reelección. Por diferentes razones, Carranza parecía el mejor candidato para sustituirlo. Francisco I. Madero lo consideraba un hombre con grandes virtudes públicas. A pesar de ello, al inicio de la campaña, todavía tenía ciertas dudas sobre el compromiso de Carranza con el cambio democrático, pero finalmente terminó por creer que era la mejor opción.
Los documentos que presentamos muestran con claridad la relación entre estos dos personajes relevantes para la gesta revolucionaria, un año antes de que estallara oficialmente el movimiento armado. Aunque tenían sus diferencias, en aquel momento Madero consideró a Carranza como una buena mezcla entre tradición y renovación. Sus misivas nos aproximan a las negociaciones que tuvieron para el apoyo a la candidatura del Barón de Cuatro Ciénegas; sus reuniones en la Ciudad de México; la organización de clubes políticos de respaldo; e incluso el momento en que Madero le envía un ejemplar de La sucesión presidencial en 1910, texto considerado uno de los principales detonantes de la Revolución mexicana.