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Felipe de Jesús Galván Rodríguez
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Felipe de Jesús Galván Rodríguez: Testimonio del 68

En el 68 había huelga, nos dedicábamos todos al movimiento, todos los que participábamos, no toda la escuela. Aquí estaba toda la escuela, pero no todos participaban en aquello que empezó a ser desde diciembre de 1968, cuando regresamos a clases con una doble jornada, es decir, estudiábamos y trabajábamos en el movimiento, lo cual implicó que poco a poco el movimiento recayera ya no en toda la base participante de la escuela, sino en las personalidades de los activistas.

El movimiento vivía cuantitativamente un reflujo en su participación, aunque evidentemente había una permanente actividad en la que, durante todo el tiempo que tuvimos presos políticos, pocos meses antes de julio [sic] del 71, teníamos la tarea de estar al tanto de los compañeros; desde llevarles comida todos los días hasta luchar permanentemente por la libertad de los presos políticos, los de antes, por los que habíamos luchado desde el 68, y los nuevos, que eran los que ya llevaban cursando su tercer año de presos. Eso era lo que hacíamos en el 68, también, como alumno avanzado y ya casado, trabajaba, entonces podríamos decir que mi jornada se triplicaba con el trabajo que desarrollaba ya profesionalmente.