Uno de los campos donde son más visibles las asimetrías socioeconómicas es en el contexto educativo, en donde la deserción y la violencia escolar son factores que afectan el desarrollo integral de los alumnos, principalmente en aquellos pertenecientes a los sectores más vulnerables. Dichos factores en muchas ocasiones encuentran su origen en prácticas discriminatorias que implican coartar el pleno ejercicio de los derechos humanos, lo que, sin duda, impactará de manera negativa en el desarrollo socioeconómico y cultural tanto de los individuos como de las sociedades.

A fin de contrarrestar esas prácticas excluyentes, y aunado al contexto nacional de un país que se compone de 71 pueblos indígenas, con 68 lenguas y una riqueza cultural fincada en siglos de historia, es necesario transitar a un modelo educativo incluyente, que integre el desarrollo de habilidades cognitivas, el reconocimiento de esa diversidad y el impacto positivo que implica el intercambio cultural, en donde el diálogo, los valores éticos y la comunidad den sustento a sociedades más democráticas. Así, la Nueva Escuela Mexicana tiene como reto que el modelo educativo intercultural logre generar nuevos conocimientos que repercutan en las transformaciones sociales a partir de las aportaciones, perspectivas y necesidades de cada comunidad mediante prácticas e innovaciones pedagógicas que les permitan interactuar en igualdad de condiciones.