El mantel de petatillo, confeccionado por Martha Rosales Hernández, también está decorado con flores amarillas, naranjas y rojas. A esta técnica se le conoce de tal forma por la similitud que tiene con el tejido de la palma, materia prima para la elaboración de petates, cuya puntada es fina y resistente.

El bordado en punto lomillo es una variante del punto de cruz. Una muestra es la tira urdida por Candelaria Pérez Tosca, en la que resaltan motivos florales en tonos amarillos, naranjas y rojos sobre un fondo en hilo negro. Además de la tela, el bordado puede practicarse sobre materias de origen vegetal, como la palma y el ixtle; un ejemplo de ello es un morral bordado sobre este último material.

Los bordados son componentes importantes en la indumentaria de algunos pueblos indígenas. En la vestimenta de los danzantes de Santiago Yaitepec, municipio de Juquila, Oaxaca, se cuenta con un conjunto de detalles bordados, entre los que destacan animales, la Virgen de Guadalupe o las banderas de México y los Estados Unidos, ya que muchos de los participantes emigran hacia aquel país.

Las poblaciones otomíes tienen una larga tradición en el bordado. Los quexquémetls bordados y brocados en punto de cruz son piezas de un alto valor estético en las que se reúnen los saberes que se transmiten de generación en generación con la apreciación que se tiene sobre el mundo.

El brocado o trama suplementaria es otra de las técnicas relacionadas con el arte del bordado, mayormente asociada al tejido. En ésta se introducen hilos extra sobre una trama utilizando colores que contrastan con el fondo y que se elaboran de manera simultánea al tejido. Una muestra es el rebozo elaborado por Carmen Vázquez Hernández, ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2019 en el campo de Artes y Tradiciones Populares, reconocimiento que le fue otorgado por su labor en la enseñanza de las técnicas textiles tradicionales de Chiapas.