Gracias a estas experiencias se dio cuenta de cómo las grandes utilidades que obtenían los patrones no tenían nada que ver con los sueldos tan bajos que pagaban a sus trabajadores, y, además, trató directamente con los obreros y fue testigo de las pésimas condiciones en las que laboraban. Desde 1898, Jara militaba en las filas del Partido Liberal Mexicano; este hecho, más su trato con los operarios de las fábricas, definieron de manera clara sus objetivos sociales y políticos. A la par de su labor como contador, repartía volantes y panfletos, y pegaba carteles en los postes de forma clandestina, además de que colaboraba de manera cotidiana con el periódico Regeneración, en donde publicaba las arbitrariedades llevadas a cabo por la élite política y económica de Orizaba contra los trabajadores. A pesar de sus acciones en diferentes ámbitos, debió enfrentar la terrible caída del gobierno de Francisco I. Madero, y luego de denunciar el asesinato de su compañero y destacado revolucionario maderista Camerino Z. Mendoza, tuvo que huir hacia Cuba. De regreso en el país en 1916, se incorporó como diputado al Congreso Constituyente, en donde formó parte del grupo de legisladores que modificaron el proyecto original de Carranza para incluir en la Carta Magna las garantías sociales consagradas en los artículos 3°, 27 y 123, referentes a la educación, la propiedad de la tierra y los derechos de los trabajadores, respectivamente. A partir de entonces, la carrera política de Jara se apegaría a las instituciones creadas tras la Revolución: fue embajador, senador, gobernador de su estado natal, e incluso secretario de Marina durante el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho. Para recordar a este mexicano ejemplar, reunimos imágenes y documentos que nos muestran un poco de su trayectoria vital.