Su labor humanitaria, pero en aquellos momentos considerada como rebelde y antisistémica, le valió ganarse un lugar en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (dfs) y en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). A pesar de pertenecer a una institución tradicionalmente conservadora, López Arceo fue una figura esencial en el cuestionamiento de las estructuras caducas y autoritarias del Estado gracias a su acercamiento a las corrientes renovadoras de la Iglesia católica, específicamente, a la Teología de la Liberación. Entre 1952 y 1982 fue el séptimo obispo de Cuernavaca, y también fue miembro del movimiento Cristianos por el Socialismo. En sus homilías condenó los violentos regímenes militares en Latinoamérica y llamó a los feligreses a impulsar el movimiento Va por Cuba que promovía la solidaridad con el pueblo cubano, en resistencia al bloqueo a la isla. Igualmente, apoyó la revolución sandinista en Nicaragua y protestó por las matanzas mexicanas del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971. Realizó múltiples acciones en defensa de refugiados, denunció las agresiones cometidas contra los gobiernos de la región y excomulgó a los cristianos mexicanos que practicaban la tortura. Por todo ello fue conocido como “el obispo rojo”. Sin embargo, Méndez Arceo sólo fue un luchador por la paz, la justicia social, los derechos humanos y la libre autodeterminación de los pueblos. En esta colección, presentamos documentación relacionada con este protagonista destacado de la historia que nos acerca a su labor en favor de los derechos humanos.