Hoy los carteles cinematográficos antiguos se han convertido en documentos que dan cuenta de los pormenores de las películas en cartelera con el objetivo de obtener una buena entrada y recuperar la inversión inicial. Su naturaleza es informativa y busca transmitir un mensaje de forma sencilla y amable, además de ser atractivo en términos visuales; de ahí el uso de los colores, a pesar de que las películas eran en blanco y negro. También debía ser comprensible para un gran número de personas a fin de captar su atención y motivarlos a acudir a las salas cinematográficas; uno de sus componentes era el uso de una fotografía fija, o still, en el que los protagonistas funcionaran como eje de taquilla, como en este caso la imagen de Pedro Infante.

Por todo ello, los carteles impresos fueron parte indispensable de la joven industria fílmica nacional. Recordemos que el cine mexicano vivió una época de esplendor en tiempos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en gran medida por la baja producción de los países involucrados en el conflicto bélico desde el inicio. Este fenómeno ocasionó que se elevara el número de producciones nacionales a tal grado que se le conoce a esta etapa como la Época de Oro, misma en la que se consolidó un star system, en el que brillaron personalidades como María Félix, Cantinflas, Dolores del Río, Jorge Negrete y Pedro Armendáriz, entre muchos otros, pero sin duda el más popular fue Pedro Infante (1917-1957), el carismático cantante y actor que se ganó el corazón de todos los mexicanos, pues logró interpretar a personajes de todos los estratos sociales: fue ranchero, huasteco, indígena, obrero, carpintero, boxeador y un largo etcétera, que provocó la identificación de su vasto público convirtiéndolo en un verdadero mito cinematográfico.