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Elías Palomo Reyes [Fragmento]
Portadilla de Elías Palomo Reyes [Fragmento]

Elías Palomo Reyes [Fragmento]

Nací en México y viví aquí hasta los nueve años. Me fui a Chile por 17 años y regresé a México hace 15. Ahora tengo 40. A Chile nos fuimos los cuatro, mis papás, mi hermano y yo. Mi papá se regresó a la Villa Olímpica, en la Ciudad de México, y mi mamá se quedó en Santiago, aunque mi papá iba a vernos cuando menos una o dos veces al año [...] No éramos una familia muy convencional. Pero yo, sobre exilio, dictador, Pinochet, como a los 11 empecé a tener los primeros datos de eso, de que existía ese personaje, que era malo, que hacía cosas malas, o que había hecho cosas malas.

Llegando a Chile entré al colegio Rubén Darío, uno de los colegios donde llegaban los hijos de los retornados. Como era un colegio muy de izquierda, las historias de los propios compañeros te iban mostrando el tema de la siguiente forma: “ah no, yo vengo de Suecia”, “yo vengo de Alemania”, “mis papás pasaron X o Y”, “no, pues a mí me contaron que a los papás de tal los torturaron”, “el papá de tal ya no existe por…” Pero aquí en México era muy difícil. Uno sabía que mis papás no eran de aquí, por una cosa que había en el ambiente, pero, a ciencia cierta, yo no supe de la existencia de Chile hasta los seis. [...]

En el colegio sí había una vivencia evidente del exilio, pero desde este lado generacional. Los adultos lo vivieron muy distinto, pues su arraigo cultural y familiar estaba ligado directamente a ese país. [...] había alumnos que tenían padres desaparecidos o que seguían en el ocultamiento. Hay que pensar que el retorno a Chile es un retorno muy crudo, pues el dictador sigue en el poder, y sigue hasta muy entrada la democracia [...] Lo que recuerdo del retorno a Chile [es que] los familiares no te trataban como mis papás esperaban, porque éramos charros y nos vestíamos con color, éramos distintos. A diferencia de la casa en México, en Chile el espacio era más reducido, entonces cada 11 de septiembre vimos a mis papás llorar y llorar, y tristes. Eso para mí es una llegada a un país feo, porque como niño ves puras cosas negativas, no el relato que te contaban acá, que todo iba a ser maravilloso, y los prados y el verde y la bicicleta y los amigos y la familia; todo eso no existió.