La radio, el pueblo de México y la expropiación petrolera
Los medios masivos de comunicación son esenciales para entender la historia contemporánea y aquellos instantes en lo que se entabla un diálogo entre el gobernante y sus representados. En México, a finales de los años treinta del siglo xx, ese intersticio era abierto por las transmisiones radiofónicas. La tecnología que lleva una voz humana a gran distancia y difunde información a través de ondas electromagnéticas es fundamental para comprender cómo el pueblo secunda la definición del presidente Cárdenas al nacionalizar la industria petrolera y decretar su expropiación el 18 de marzo de 1938.
Conciliadas las opiniones con sus más cercanos colaboradores para el caso: Ignacio García Téllez, secretario de Gobernación; Efraín Buenrostro Ochoa, encargado del despacho de Economía Nacional, y Eduardo Suárez Aránzolo, su secretario de Hacienda y Crédito Público, el general Lázaro Cárdenas emitió por radio la noche de aquel viernes un mensaje a toda la nación donde explicaba por qué era necesario: “salvar al petróleo mexicano [...] y que han quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores…”
Apenas el 10 de julio de 1933, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas había dado a conocer el Reglamento de la Ley de Vías Generales de Comunicación, donde definió y clasificó los tipos de radioemisoras en comerciales, culturales, de investigación científica y de aficionados. Esa conversación donde el ciudadano escucha, interpela y se erige en opinión colectiva era recientísima en México. Ese diálogo entre los mexicanos y su presidente volvió conocido y transparente el argumento a partir del cual se funda, el 7 de julio de aquel mismo año, la empresa nacional Petróleos Mexicano (Pemex), única autorizada para explotar y administrar los yacimientos de petróleo encontrados en el territorio nacional.