Reminiscencias de un emperador fallido
Los objetos del pasado nos hablan y cuando éstos pertenecieron a un personaje histórico dan cuenta de su estilo de vida, e incluso de su muerte, como es el caso de Maximiliano de Habsburgo (1832-1867). En ellos se devela la opulencia y las concepciones estéticas de la realeza europea del siglo xix que contrastaban con las condiciones sociales en el México de la época. Coronas, cetros, bustos y estatuas, mobiliario, incluso piezas de uso personal como vestuario y accesorios que pertenecieron al emperador, simbolizan su paso efímero por la historia de nuestro país.
Contamos además con piezas que refieren a su muerte, como la máscara mortuoria y la tumba en la que reposan sus restos. En el palacio de Schönbrunn de Viena se yergue en una escultura de bronce la figura de cuerpo entero de Maximiliano de Habsburgo, inmortalizado también en un busto de mármol que resguarda el Museo de Historia Militar del citado país; ambas obras son fruto de la costumbre de la realeza que devenía en modelo oficial de los artistas de la época para inmortalizar a sus mandatarios; en este sentido, también la pintura gustaba de reproducir una imagen grandilocuente de los monarcas tal como lo demuestra el óleo de Santiago Rebull realizado en México en 1865. No obstante, son los pequeños accesorios de lujo que gustaba usar los que confirman su estrato social. Destaca una pequeña corona mexicana del emperador que rescató el Museo del Mueble vienés. Resulta evidente que Maximiliano contaba con una amplia colección de sombreros que presentamos en esta muestra, siendo el simple fin de uno de ellos protegerlo del sol, o su gorra de guardia elaborada en fieltro, metal y cuero, también de factura mexicana.
Asimismo, podemos observar un casco decorado en lo alto con el símbolo nacional del águila devorando una serpiente y, sin faltar, un sombrero más formal acompañado de sus insignias; para completar su atuendo encontramos los cetros, bastones y hasta un telescopio de mano de su propiedad, así como la fina tapicería en color rojo brillante de los muebles que solía utilizar el monarca. Después de su fusilamiento el 19 de junio de 1867 se preservaron en su tierra natal los vestigios de su muerte, mismos que están representados en esta colección a través de su féretro, la tumba y especialmente la máscara mortuoria. Los recursos visuales que conforman esta muestra se encuentran en Viena, su país de origen, o en Trieste, Italia, donde también gobernó.