Los líderes Demetrio Vallejo y Valentín Campa fueron quienes impulsaron la huelga, sin embargo, la represión por parte del Estado no se hizo esperar. A principios de septiembre de 1958 la policía ocupó sus locales, por lo cual Vallejo convocó a un paro total de labores, lo que causó que el gobierno enviara a la policía. Más tarde, a finales de año, sin dar marcha atrás se pidió una revisión del contrato colectivo de trabajo para que mejoraran las condiciones laborales, petición que fue ignorada y la huelga desestimada. Para marzo de 1959 estallaron nuevas huelgas, lo que generó la detención de Vallejo y Campa, que fueron llevados a Lecumberri, y el despido de alrededor de nueve mil trabajadores, mientras que cientos más murieron. Este brutal ataque finalizó con el movimiento.