Continuadores de una dinastía: los Rodríguez Juárez
Antonio Rodríguez (1635-?) se formó en el famoso taller de José Juárez, reconocido pintor del virreinato, quien se convertiría en su suegro al casarse con su hija Antonia Juárez con quien procreó a los también artistas Nicolás Rodríguez Juárez (1666-1734) y Juan Rodríguez Juárez (1675-1728). Todos ellos conforman una dinastía que cultivó el arte barroco virreinal en sus distintas expresiones. El trabajo de Antonio Rodríguez se reconoce por la representación de personajes religiosos como san Agustín o santo Tomás de Villanueva, piezas que forman parte de esta muestra.
Su trabajo fue muy socorrido para decorar el interior de diversos templos de la Ciudad de México, como la parroquia de Coyoacán, el templo de Churubusco o el de la Profesa. Como ya era tradición en la familia, el hijo mayor, Nicolás, se decantó por la temática religiosa. Al ser él mismo un hombre de fe, y después de enviudar, se ordenó como presbítero en 1699, su prestigio como artista se acrecentó justo por las evocaciones religiosas que tan cercanas le eran. Por su parte, su hermano Juan, ocho años menor, representa la transición del llamado barroco tenebrista, que cultivó su abuelo, al estilo rococó más recargado en sus formas ornamentales, y si bien se dedicó también al arte sacro, como toda su familia, destacó como un gran retratista (debido en gran medida a que a finales del siglo XVII creció la demanda de este género) tal como puede apreciarse en esta colección, en donde incluimos su autorretrato.