Inmerso en un contexto de lucha social como el que vivía el país, el joven David no pudo separar su obra de su activa participación en el movimiento revolucionario y, más tarde, sus férreas convicciones políticas lo llevaron a la cárcel y a vivir en el exilio; sin embargo, nunca dejó de producir y cada nuevo episodio experimentado alimentaba su búsqueda constante de renovación plástica. A partir de 1950, realizó destacados trabajos murales en el Museo Nacional de Historia, en Ciudad Universitaria y en el Palacio de Bellas Artes. De 1960 a 1964 fue nuevamente encarcelado por sus actividades en favor de los presos políticos y tras su liberación continuó este interrumpido proceso de experimentación. Aunque siguió haciendo pintura de caballete y murales, entre 1966 y 1971 se dedicó a lo que sería su último proyecto de grandes dimensiones, el Polyforum Cultural Siqueiros, gracias al cual lograría su consagración como uno de los máximos representantes de la cultura mexicana. En la colección que presentamos para recordar su nacimiento, mostramos algunas de las piezas elaboradas por este importante artista, así como artículos sobre su vida y obra que aparecen en la revista Luna Córnea.