En un principio, este edificio se encontraba destinado a resguardar las colecciones de la Biblioteca y la Hemeroteca nacionales, sin embargo, a los catedráticos e intelectuales de la época no les pareció adecuado mover estos acervos a la parte sur de la ciudad, un lugar que se consideraba casi a las afueras de la capital y que se encontraba prácticamente desvinculado de la actividad cultural que en aquel entonces se concentraba en el Centro Histórico. De esta manera, la edificación que ostenta el mural de O’Gorman titulado Representación histórica de la cultura, elaborado con piedras de colores, pasó a ser ocupado por el Departamento Técnico, organismo que se encargaba de la vinculación de las bibliotecas de los distintos recintos educativos de la Universidad, ahora conocido como Dirección General de Bibliotecas. Ellos se encargaron de formar este nuevo espacio con un número inicial de 80 mil ejemplares. Además, esta obra arquitectónica también fue sede del Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras, así como del Centro de Estudios Literarios, que posteriormente se integraría, junto con otros centros, al Instituto de Investigaciones Filológicas. Para recordar esta fecha reunimos fotografías de esta icónica construcción, símbolo inconfundible de la Ciudad Universitaria.