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Transformaciones políticas
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El Congreso Constituyente de 1824: Miguel Ramos Arizpe

José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe es reconocido como el más lúcido expositor y defensor del federalismo para el México independiente. Diputado en las Cortes de Cádiz, está entre los firmantes de la Constitución Española de 1812. El 4 de octubre de 1824 se jura la Carta Magna mexicana en cuya redacción tuvo un papel fundamental Miguel Ramos Arizpe. Ahí se proclama una República Federal compuesta por 19 estados y cuatro territorios federales (Texas era aún parte del estado de Coahuila).

Ramos Arizpe nació en el Valle de San Nicolás de la Capellanía, población correspondiente a las Provincias Internas de Oriente, en la Nueva España, el 15 de febrero de 1775. Hoy esa población coahuilense lleva su nombre. Ramos Arizpe es autor, no sólo firmante, del primer código de leyes para la República que se había separado del Imperio español: El Acta Constitutiva de la Federación Mexicana. A partir del 19 de noviembre de 1823, una comisión del Soberano Congreso, integrada por Miguel Ramos Arizpe, Manuel Argüelles, Tomás Vargas y José de Jesús Huerta, presentó un proyecto de Acta Constitutiva. Su aprobación y promulgación ocurrió 11 meses después, en octubre de 1824.

Lucas Alamán, ya no como vicepresidente sino como historiador, recupera la anécdota donde Ramos Arizpe reputa su origen y carácter no como mexicano, sino como un “comanche”. La nación “comanche” poblaba entonces territorios de Tejas, Nuevo México, Coahuila y Chihuahua. Hablantes del shoshone eran nativos que habían domesticado caballos salvajes cuyo nombre original (kumantsi) significa “enemigo irreductible”. Así se piensa Ramos Arizpe con respecto a la Corona española.

Entre 1829 y 1833 se desempeñó como secretario de Hacienda y secretario de Justicia y Negocios Eclesiásticos de México, cargos en los que se necesitaba un hombre culto e incorruptible. Tuvo responsabilidades ministeriales en los gobiernos del presidente Guadalupe Victoria, Manuel Gómez Pedraza, Valentín Gómez Farías y Antonio López de Santa Anna.

Murió a los 68 años, enfermo de gangrena seca en la catedral de Puebla, después de haberle servido como deán y chantre, el 28 de abril de 1843.