La historia hace mención de que la esclavitud en México fue abolida en distintos momentos y escenarios, entre ellos se destaca que, en plena guerra de Independencia, el 6 de diciembre de 1810, se publicó el decreto de Abolición de la Esclavitud, emitido por Miguel Hidalgo y Costilla en Guadalajara, Jalisco. El padre de la patria escribió: “que siendo contra los clamores de la naturaleza, el vender a los hombres, quedan abolidas las leyes de la esclavitud no sólo en cuanto al tráfico y comercio que se hacían de ellos, sino también por lo relativo a las adquisiciones”.

Años después, el 5 de octubre de 1813, en el marco del Primer Congreso de Anáhuac en Chilpancingo, Guerrero; José María Morelos y Pavón, pronuncio la declaración de principios titulada Sentimientos de la Nación, documento que contenía 23 puntos, el punto 15 dice: “se proscribe la esclavitud y distinción de castas para siempre y todos queden iguales”. Este acto da cuenta de la idea de una nación más justa e igualitaria.

Lamentablemente la autoridad de los líderes insurgentes no fue reconocida por todos los dueños de esclavos y después de la muerte de Morelos el tema perdió relevancia. En la Audiencia de Guadalajara se atendían las denuncias relacionadas con la esclavitud hasta la consumación de la Independencia en 1821. Cuando Vicente Guerrero asumió la presidencia (1 de abril–17 de diciembre de 1829) retomó la idea de acabar con ésta. Fue el primer mandatario afrodescendiente de México y su política estuvo orientada a favorecer a las clases populares y desprotegidas. El 15 de septiembre de 1829 expidió un decreto en el que declaró: “queda abolida la esclavitud en la República”; “cuando las circunstancias del erario lo permitan, se indemnizará a los propietarios de esclavos, en los términos que dispusieran las leyes”.