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Sociedad
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Abre sus puertas la Penitenciaría de Lecumberri

29 de septiembre 

El 29 de septiembre de 1900 el presidente Porfirio Díaz inauguró la penitenciaría de Lecumberri, misma que representó un parteaguas tanto en las formas de vida carcelaria como en el desarrollo de las prisiones del país. Si bien, no fue el primer penal construido ex profeso, sí tuvo mayor relevancia por sus dimensiones, capacidad y ubicación. El lugar no sólo era llamativo por su tipo de construcción sino por su diseño de organización, además de que puso en práctica el llamado panóptico, uno de los sistemas de vigilancia considerados más efectivos de entonces.

El panóptico es un prototipo de prisión ideado por el filósofo alemán Jeremy Bentham, en 1791. Su nombre proviene de la raíz griega panopticon que significa “verlo todo” y como su propio calificativo lo indica, se basaba en la existencia de una torre de vigilancia que estaba en medio y una organización circular de los demás edificios de manera que se pudiera supervisar a todos los presos a la vez con un mínimo consumo económico y de personal. Ésta se encontraba tapada con celosías de forma que el que estuviera en su interior podría ver sin problemas hacia afuera entretanto que los presos no sabrían si había alguien vigilando o no. Este procedimiento se aplicó en muchas prisiones como la Cárcel Modelo de Madrid, la Cárcel de Caseros de Buenos Aires, Argentina y en la Penitenciaría de Lima, en Perú. Sin embargo, mientras se imponía un nuevo tipo penitenciario para la ciudad, bajo los principios del orden y el progreso, que en teoría buscaba dignificar la vida de los reclusos y su rehabilitación para su futura reincorporación a la sociedad, también existía una gran inequidad. La sociedad vivía claramente estratificada. Existía una aristocracia minoritaria y en el otro extremo estaba el grueso de la población, de origen indígena, perteneciente a la clase trabajadora, pero con grandes rezagos económicos. Este grupo, trató de regular el comportamiento de esa mayoría imponiendo una nueva serie de normas, por lo que el sistema penitenciario se convertiría en el instrumento principal de control social y a través de penas ejemplares, atemorizaría a la población para obligarla a cumplir con los cánones morales de entonces.