Esta situación ocasionó que el Estado interviniera como accionista para evitar que el capital extranjero dominara estos sistemas ferroviarios. Así, el Congreso autorizó que el presidente creara una compañía para este propósito y también determinó una serie de condiciones relativas a la cantidad de acciones que debía adquirir, cómo se comprarían, la cantidad de bonos hipotecarios que emitiría la nueva compañía, entre otros asuntos. Estas facultades concedidas al Ejecutivo se especificaron en el decreto emitido por Porfirio Díaz el 6 de julio de 1907, gracias al cual quedó constituida la empresa Ferrocarriles Nacionales de México, facultándola para adquirir, construir y explotar cualesquiera otras líneas de ferrocarril dentro del territorio nacional. En él también se establecían los fines de la empresa, la forma en que se llevaría a cabo la consolidación, cómo se repartiría el capital social de la compañía y todas aquellas disposiciones esenciales para la constitución de la nueva entidad. Su creación formal se llevó a cabo hasta el 29 de febrero de 1908, cuando se firmaron los convenios definitivos con los antiguos dueños de las empresas. En esta colección reunimos varios documentos, fotografías y objetos de uso cotidiano que ostentan el logotipo de esta emblemática empresa custodiados por el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero y el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.