Estos mapas, elaborados por el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), permiten no solamente la ubicación geográfica de cada uno de los monasterios o beaterios allí reseñados, sino también un primer acercamiento a la cotidianeidad de los religiosos que habitaron bajo la estricta normativa eclesiástica y las diferencias entre órdenes que competían por la conversión y la feligresía. La prelación de su llegada a la Nueva España apunta a los franciscanos desde 1524, seguidos de los dominicos dos años después, y en último arribo a los agustinos en 1533.

Esa precisión que este atlas de la empresa misional mexicana permite comenzar a trazar es origen también para estudios donde se cruzan historia de la arquitectura para claustros y monasterios, lingüística que profundiza en el encuentro de hablas indígenas contra el latín y el castellano, inicio de una gesta por los derechos humanos y distinciones necesarias sobre la identidad del país que hoy llamamos México.