El Departamento de Desanalfabetización dirigido por la profesora Eulalia Guzmán impulso diversas acciones, una de ella fue nombrar maestros honorarios quienes buscaban que sus alumnos aprendieran a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas elementales. Por estos servicios los docentes recibieron reconocimiento, estímulo económico y la gratitud de la sociedad como expreso Vasconcelos:

“Se trataba de un servicio de emergencia patriótica, les habíamos dicho [al cuerpo de Maestros Honorarios], y había que proceder como en vísperas de guerra o frente a una calamidad como la peste. Peste es la ignorancia que enferma el alma de las masas. La mejor acción de patriotismo consiste en que enseñe a leer, todo el que sabe, a quien no sabe. Y se vieron clases privadas en que las amas de casa reunían a los criados propios y a los vecinos para enseñarles a leer”.

Para 1923, Vasconcelos habla de cinco figuras principales para la implementación de esta campaña: el ejercito infantil, maestros honorarios, maestros con sueldo movible, maestros con sueldo en centros culturales e inspectores honorarios. Quienes, a su vez usaron textos de Luis Mantilla, Rébsamen, Ayala Pons e Ignacio Ramírez, entre otros. Sin duda las acciones desplegadas durante esta campaña fueron colosales y de gran impacto para la sociedad mexicana, ya que significo el principio del fin del analfabetismo gracias a la gran labor de la sep, pero sobre todo de todos aquellos maestros que lo hicieron posible.